La voz de la verdad no calla.
Jueves Caótico, se leía en la página principal de un periódico de la Ciudad de México. Acabó la clase de Taller, los compañeros del equipo y yo, salimos directo a la marcha; pero primero una comida y algunos tragos de pulque para aguantar la tarde que nos esperaba.
Al salir del metro Insurgentes, caminamos hacía el Ángel de la Independencia; ya había comenzado la marcha campesina en defensa del maíz y en repudio al capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entro en vigor el pasado primero de enero y que obliga a desgravar las importaciones principalmente de fríjol, maíz, azúcar y leche de Estados Unidos Y Canadá.
Nos detuvimos un poco antes del Ángel, donde ya desfilaban campesinos de Yucatán con mantas que contenían mensajes en contra del TLCAN. Cámaras y celular en mano, nos dispusimos a realizar el trabajo; pero decidimos que seria mejor ir al frente, a si que, nos adelantamos para poder alcanzar a los 21 tractores del Movimiento de Resistencia Campesina Francisco Villa; que se suponía encabezarían el mitin.
Durante el trayecto se podían observar mantas y carteles con protestas; tales como: “el TLCAN es bueno, pero para los pinches gringos”, “traemos tortillas, traemos maíz oye Sagarpa no vendas mi país” y algunos que pedían la renuncia del Secretario de Agricultura. Varios contingentes gritaban: “sin maíz no hay país y sin fríjol tampoco”, otro “sacaremos a ese buey de la Sagarpa”, uno más “no somos uno, ni somos cien pinche gobierno cuéntanos bien”. Al pasar por la Torre del Caballito los del grupo de electricistas gritarban: “un, dos, tres huevos” a los policías que resguardaban el edificio adjunto.
Cuando pasábamos por el Hemiciclo a Juárez, nos dimos cuenta que no alcanzaríamos a los tractores; pero decidimos continuar con el trabajo. Seguimos caminando con los manifestantes y entramos por la calle de Madero, luego al Zócalo –medio Zócalo, ya que, el Museo Nómada ocupaba gran parte de la plancha-.
En el podium que se instaló, los dirigentes de las organizaciones daban su informe de inconformidad al TLCAN; faltaba un cuarto de hora para las siete de la noche, cuando se pidió el micrófono para que hablara una niña de unos trece años; vestida con el uniforme de su secundaria empezó a hablar con gran seguridad y sin nerviosismo, esto provocó que los participantes voltearan a las pantallas que se instalaron, para verla y escucharla en su discurso acerca de Benito Juárez, se notaba que todo era memorizado, pero que importaba, al fin apoyando la marcha.
Habían acabado de hablar la mayoría de los grupos y seguían entrando contingentes, organizaciones campesinas y estudiantiles. La creatividad de la gente se hizo presente con figuras como la que simbolizaba al titular de la Sagarpa con cuernos (que al final fue quemada); también un grupo de música banda amenizaba la marcha entonando la canción “Caminos de Michoacán” y cuando entraron los estudiantes fue al ritmo de la batucada.
A la 8 de la noche los participantes se dispersaban, los que venían de otros estados se juntaban para marcharse, otros comían y bebían con mucho placer y orgullosos de haber sido parte de esta manifestación; yo sin dinero, con un boleto del metro y después de haber buscado a mis compañeros, que se habían extraviado me dirigí a mi casa.
Nos pareció que la marcha tuvo mucha participación y fue positiva, ya que, no se presentaron disturbios; se pudo notar que venían campesinos de todo el país. La marcha y la resistencia seguirán, pero ahora en San Lázaro.
Jueves Caótico, se leía en la página principal de un periódico de la Ciudad de México. Acabó la clase de Taller, los compañeros del equipo y yo, salimos directo a la marcha; pero primero una comida y algunos tragos de pulque para aguantar la tarde que nos esperaba.
Al salir del metro Insurgentes, caminamos hacía el Ángel de la Independencia; ya había comenzado la marcha campesina en defensa del maíz y en repudio al capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entro en vigor el pasado primero de enero y que obliga a desgravar las importaciones principalmente de fríjol, maíz, azúcar y leche de Estados Unidos Y Canadá.
Nos detuvimos un poco antes del Ángel, donde ya desfilaban campesinos de Yucatán con mantas que contenían mensajes en contra del TLCAN. Cámaras y celular en mano, nos dispusimos a realizar el trabajo; pero decidimos que seria mejor ir al frente, a si que, nos adelantamos para poder alcanzar a los 21 tractores del Movimiento de Resistencia Campesina Francisco Villa; que se suponía encabezarían el mitin.
Durante el trayecto se podían observar mantas y carteles con protestas; tales como: “el TLCAN es bueno, pero para los pinches gringos”, “traemos tortillas, traemos maíz oye Sagarpa no vendas mi país” y algunos que pedían la renuncia del Secretario de Agricultura. Varios contingentes gritaban: “sin maíz no hay país y sin fríjol tampoco”, otro “sacaremos a ese buey de la Sagarpa”, uno más “no somos uno, ni somos cien pinche gobierno cuéntanos bien”. Al pasar por la Torre del Caballito los del grupo de electricistas gritarban: “un, dos, tres huevos” a los policías que resguardaban el edificio adjunto.
Cuando pasábamos por el Hemiciclo a Juárez, nos dimos cuenta que no alcanzaríamos a los tractores; pero decidimos continuar con el trabajo. Seguimos caminando con los manifestantes y entramos por la calle de Madero, luego al Zócalo –medio Zócalo, ya que, el Museo Nómada ocupaba gran parte de la plancha-.
En el podium que se instaló, los dirigentes de las organizaciones daban su informe de inconformidad al TLCAN; faltaba un cuarto de hora para las siete de la noche, cuando se pidió el micrófono para que hablara una niña de unos trece años; vestida con el uniforme de su secundaria empezó a hablar con gran seguridad y sin nerviosismo, esto provocó que los participantes voltearan a las pantallas que se instalaron, para verla y escucharla en su discurso acerca de Benito Juárez, se notaba que todo era memorizado, pero que importaba, al fin apoyando la marcha.
Habían acabado de hablar la mayoría de los grupos y seguían entrando contingentes, organizaciones campesinas y estudiantiles. La creatividad de la gente se hizo presente con figuras como la que simbolizaba al titular de la Sagarpa con cuernos (que al final fue quemada); también un grupo de música banda amenizaba la marcha entonando la canción “Caminos de Michoacán” y cuando entraron los estudiantes fue al ritmo de la batucada.
A la 8 de la noche los participantes se dispersaban, los que venían de otros estados se juntaban para marcharse, otros comían y bebían con mucho placer y orgullosos de haber sido parte de esta manifestación; yo sin dinero, con un boleto del metro y después de haber buscado a mis compañeros, que se habían extraviado me dirigí a mi casa.
Nos pareció que la marcha tuvo mucha participación y fue positiva, ya que, no se presentaron disturbios; se pudo notar que venían campesinos de todo el país. La marcha y la resistencia seguirán, pero ahora en San Lázaro.
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